Por Daniel Flores Flores
Pascual Pedro Abrego, nació el 25 de octubre de 1946 en el distrito La Reducción en el departamento de Rivadavia. Pero, en su documento figura con fecha de nacimiento el 30 de octubre, porque lo presentaron cinco días después en el Registro Civil. Está casado con Gloria Rosario Mesa hace 35 años. Tiene ocho hijos, tres varones y cinco mujeres.
Agricultor de profesión. A los 13 años empezó a trabajar en la viña junto a su padre Lorenzo. Es un acérrimo defensor del folclore cuyano. Es el creador del personaje del Gauchito Sopaipilla, quien es el encargado de realizar la apertura del Festival Regional “Entre Tonadas y Sopaipillas” que se realiza anualmente en el distrito La Reducción.
-Pascual, ¿a usted se lo conoce como el Gauchito Sopaipilla?
-Sí.
-¿Cómo se le ocurrió el personaje?
-Fue por una casualidad, ya que cuando empezó la fiesta de la Sopaipilla, comenzó a actuar un grupo y cuando estaba por terminar no llegaba el grupo que venía después. El coordinador estaba preocupado, entonces le dije: ´¿Querés que suba yo, a entretener la gente mientras llega el otro grupo? Me dijo que bueno y subí’. Resulta que andaba el “Negro” Castro con un sombrero y un poncho, le dije ‘¿Che Negro, vos no me prestarías el sombrero y el poncho?’ Sí, me dijo, se lo sacó y me lo dio.
Cuando voy a subir al escenario, el animador me pregunta ¿Cómo lo nombro? Instantáneamente, no sé de donde saqué ese personaje y le digo “El Gauchito Sopaipilla”, entonces desde ese día quedé con ese nombre.
-¿El vestuario quién lo diseño?
-Yo, yo tuve la idea porque cuando fui a comprar un género para hacer el traje, llegué a la tienda, le dije quiero hacerme un trajecito de gaucho. Quiero que me dé género amarillo y rojo. La señora que me atendió me dice ‘no se para que lo quiere, porque un gauchito de esta forma, me parece que no le va a servir’.
-¿Por qué eligió ese color?
Cuando estaba en la tienda yo insistí, yo tenía la idea fija que tenía que ser ese color amarillo con ribetes rojos, porque si el Gauchito Sopaipilla se vistiera como un gaucho común no lo distinguirían. Y otra cosa que me llamó la atención es los niños, con el colorido que tiene, el traje les llama la atención.
-¿Qué importancia tiene el Festival Regional “Entre Tonadas y Sopaipillas” para el distrito La Reducción?
-Muchísimo, es lo más grande que tiene. No es porque trabaje en el, sino que a través de los artistas se ha hecho conocer en muchos lugares y tiene muchas cosas particulares, es un festival familiar, el lugar es muy lindo.
En otros festivales eligen a los mejores locutores o animadores, y este festival tiene algo que lo identifica, que lo abre el Gauchito Sopaipilla, que no es Pascual Abrego, es un personaje creado por él en homenaje a todos los gauchitos humildes que sin tener plata fueron famosos.
-¿Usted siempre hace la apertura de este Festival?
-Sí, gracias a Dios lo hice desde un principio y siempre me dieron la responsabilidad de abrirlo. Yo lo hago con toda la responsabilidad, pero nunca dije que iba a ser eterno. Algún día irá a venir otro a abrirlo, no sé, cuando las instituciones me lo pidan no tengo ningún problema.
-¿Qué se siente subir al escenario y saber que tiene la responsabilidad de ser el representante de La Reducción frente al público?
-La verdad que me da un poco de risa, porque cuando la gente del festival me dice: ‘bueno Gauchito, ahora te toca subir’, prendan las luces para él, y se ilumina todo el predio y veo a toda esa gente ahí esperando que yo pegue el grito festivalero. Es para mí lo más grande que puede pasarme, no tiene precio eso, es algo que solamente el que está en eso lo puede sentir.
-¿Y qué dice en la apertura?
-Y siempre digo: ‘Bueeenaaas nooocheees Mendozaaa. Bueeenaaas nooocheees Rivadaviaaaa, Reduccioooonn, mi pueblo se pone de pie, se viste de fiesta y les dice bieeennnvenidooooss a la Fiestaaaa Regionaaaalll Entre Tooonaaadaaas y Sooopaiiipiiillaaas’.
¿Ha escrito alguna canción para el Festival?
-Sí, también he escrito una canción, porque me gusta escribir, son cosas que a uno se le ocurren.
Dice algo como:
“Reducción está de fiesta la gente contenta está,
se viene la Sopaipilla, vamos todos a cantar,
sopasopa sopaipillas, sopa sopa soparás
sopaipillas con arrope…”
-¿Siempre vivió en La Reducción?
-He nacido y fui criado en La Reducción. Nací en el año ’46, cuando terminaba la Segunda Guerra Mundial, por eso será que soy pacifista. Viví un tiempo en el distrito El Mirador, pero no, siempre he vivido acá en La Reducción.
-En algún momento, ¿pensó en ir a vivir a la Ciudad de Rivadavia?
-No, porque yo creo que uno es como un árbol, cuando echa raíces en un lugar, si lo arrancas para llevarlo a otro lugar por ahí se marchita o muere.
-¿Toda su vida se dedicó a trabajar en la viña?
-Sí, la verdad que siempre he trabajado en las viñas
-¿Siempre ha sido contratista?
Contratista y a veces también he trabajado al día.
-¿Sigue trabajando?
-Sí, sigo trabajando.
¿Cuánto tiempo lleva en el mismo contrato?
Llevo 30 años en el mismo lugar. Me gusta trabajar en las viñas porque el que no las conoce no sabe las cosas que tiene.
Una de tantas cosas importantes, porque es todo un proceso, cuando se poda una cepa y se ata, llega un tiempo en que empieza a llorar, no muchos saben que las cepas lloran. Cuando llora la cepa a la semana nace el brote y es como una madre cuando nace un hijo, las cepas son lo mismo.
-¿Es duro realizar los trabajos culturales de los viñedos?
-Mirá, ahora el tiempo ha cambiado porque antes andabas con una mochila, ahora tenés una atomizadora, tenés el tractor, antes tenías que abrir surcos, ahora tenés mata yuyo. Han mejorado muchísimo las cosas.
-A veces la naturaleza con la caída de piedra se lleva el trabajo de todo el año en minutos…
Sí, es una gran tristeza ver que lo que uno había trabajado, que al otro día de la piedra y granizo queda todo roto, la uva en el suelo, los brotes. Es una tristeza, la verdad que es muy triste.
-¿Cuesta empezar de nuevo tanto para el patrón como para los trabajadores?
-Sí, cuesta mucho, pero no solo son los problemas climáticos, sino también cuando uno lleva la uva, la producción a las bodegas, le da un mal pago al producto y a veces son largos periodos para cobrar, es una cadena media difícil.
-¿Cree que son cada vez menos los jóvenes que quieren dedicarse al trabajo de la tierra?
-Yo creo que sí, pero es por un error que cometemos los mayores. A veces hasta en la misma escuela, yo he escuchado decir a gente, ‘tenés que estudiar porque si no vas a ir a la tierra’, que la tierra es lo peor, los padre les dicen lo mismo. Pero creo que se equivocan, porque de la tierra sale todo, lo que uno pone sobre la mesa sale de la tierra, cuando uno se levanta pisa la tierra, uno le da gracias a Dios por haber pisado la tierra y nosotros les enseñamos a nuestros hijos a no quererla. Qué lástima, porque la tierra es todo, sin ella no viviríamos, cuando nos vamos nos tapan con tierra.
-A parte de agricultor usted toca la guitarra, ¿a qué edad empezó?
-De muy jovencito, porque mi papá tocaba la guitarra. Nunca faltó una guitarra en la casa, siempre había una en la cama. En ese tiempo éramos muy jovencitos, todos queríamos ser cantores, estaba Palito Ortega, Leo Dan, así que salíamos a cantar.
Antes no era la vida como ahora que hay sonido, pendrive. Antes no había nada de eso, tenías una guitarrita y sabíamos divertirnos de esa forma.
-¿Quién le enseñó?
-Mi hermano Juan que era mayor que yo, aprendió a tocar. Entonces yo a veces lo acompañaba para que él sacara algunas piezas y así fui probando, pero no soy un gran guitarrista. Me gusta en las horas libres cantar.
-¿Usted es un acérrimo defensor de la música cuyana?
-A mí siempre, siempre me gusta cuidar lo de adentro, porque lo de afuera es prestado. La cuyanía como le dicen, muy poca gente se dedica a cantar cuyano, principalmente los de afuera. Nosotros los cuyanos siempre cantan norteño, pero de los que vienen de afuera casi ninguno canta, porque es difícil. La tonada se canta solo, pero tiene que ser una buena voz. Y si se canta en dúo, tiene que tener buenas voces, no cualquiera hace segunda voz en lo cuyano y buenas guitarras, porque si no tiene buenas guitarras un cuyano, mejor no cantar.
-¿Qué les diría a los jóvenes en relación a la música cuyana?
-Yo creo que desgraciadamente las direcciones de cultura, los grandes festivales, no le dan la importancia que tienen que tener los cuyanos, entonces los jóvenes se van a lo de afuera. En los festivales a los cuyanos, no sé porqué, un poco los discriminan, porque no tienen ese ritmo que tienen que tener. Pero solamente el cuyano que es cuyano cuando le cantan una tonada en una ventana se da cuenta que las tonadas no son para cualquiera.
-¿Qué piensa de los escenarios en relación a la música cuyana?
-Los escenarios, se ve que vienen los de afuera y nosotros creo que somos torpes, porque nosotros vamos al Norte -yo he tenido la oportunidad de estar allá- y les decía: ‘pucha, no podría traer un conjunto de allá de Mendoza para acá’, y ¿sabe lo que me contestaron? ‘Para que vas a traer los de Mendoza si nosotros tenemos los de acá’, en cambio nosotros somos al revés, acá vienen los de afuera y les dicen: ‘usted sí y a los de acá déjelos para lo más chico’, y a veces hasta el sonido, vienen los de afuera prueban sonido, prueban todo y al cuyano les dicen subí y listo.
-Hasta hace algunos años el festival Entre “Tonadas y Sopaipillas” era el único aparte de Rivadavia Canta al País, en este momento se realizan otros festivales en diferentes distritos, ¿cree que se ha avanzado en eso?
-Yo creo que después que nace la Sopaipilla se agregaron muchos festivales y es lindo, porque trabajan los jóvenes, las instituciones y pueden mostrar lo que hacen, pero uno de los pioneros fue la Sopaipilla, porque se fue luchando para que se hiciera, y las otras comunidades empezaron a hacer lo mismo.
-¿Tiene escrita alguna tonada o cueca?
Tengo varias canciones. En Rivadavia Canta al País, fui entrevistado por varios medios por una canción que tiene relación con el trabajo de la tierra y las injusticias.
-¿De qué hablan esas letras?
-Hay algunas que hablan de las viñas, también escribí un tema al Festival Rivadavia Canta al País, que también lo canté una vez y fue bien recibido.
Yo he tenido suerte porque he escrito canciones, y el público me ha aplaudido, porque el cantor no solo es saber cantar, sino saber llegar a la gente y eso es muy difícil. Yo no he sido buen cantor, pero siempre me quedé acá en este lugar, porque me gusta estar en el lugar de donde vine, de la gente humilde. He ido a cantar donde me han puesto un cajón de aceituna de asiento, pero hemos cantado en una ronda todos felices y para mí eso vale más que nada.
-¿Cómo llega la inspiración para escribir sus canciones? ¿Cuál es el secreto del escritor?
-Yo siempre elijo a alguien que me llame la atención, por ejemplo a Rivadavia Canta al País escribí como se va realizando. En la canción de los viñateros habla de la Vendimia, las injusticias en las viñas. También les hice un homenaje a los héroes de Malvinas.
Tengo un tema de un borrachito que andaba por las calles de La Reducción, nadie sabe de donde llegó y le escribí un tema también. Al Sapo Arancibia, al Lito Galiana que es un buen bailarín que en todas las fiestas bailaba. También una canción en contra de la violencia de género.
-Por lo que me dice, ¿siempre ha llevado una vida sencilla?
-Así ha ido pasando la vida. Creo que el secreto de ser feliz no es tener plata, sino conformarse con lo que Dios nos da, lo demás, viene solo.
Nota de redacción: Agradecemos a Carolina Abrego por su colaboración para esta entrevista.